por Thierry Meyssan
DAMASCO
(SIRIA) 14 DE AGOSTO DE 2018
Introduccion
Henry Kravis en el Foro de Davos.
Estrechamente vinculado al senador John McCain, este
hombre de negocios estadounidense es el fundador del fondo de inversiones KKR y
miembro del Council of Foreign Relations (CFR) y del Grupo de Bilderberg
–su esposa es administradora de este último. Tiene como empleado en KKR al
general David Petraeus (ex director de
la CIA), con quien organizó el envío de fondos y
armamento al Emirato Islámico (Daesh). Es amigo personal del
presidente francés Emmanuel Macron y participó en el financiamiento de su
campaña electoral.
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EN los «Amigos de Siria»
llegaron a contarse 114 Estados que financiaron
la destrucción de ese país a través de los yihadistas.
Pero ahora, después del fracaso, ninguno de esos países quiere pagar
la reconstrucción de la República Árabe Siria. En cambio, no tienen objeciones cuando se trata de apoyar a
los Estados que acogen a los refugiados sirios. ¿Por qué? Porque esto
último no es un gesto humanitario sino una manera de privar
a Siria de sus recursos humanos.
Eso sí, todos esperan enriquecerse escondiendo su crimen y obteniendo la
mayor cantidad posible de contratos cuando comience la necesaria
reconstrucción.
Los días 7 y 8 de agosto de 2018, la Comisión Económica de la ONU
para el Oeste de Asia (ESCWA), reunida
en Beirut, estimó el costo mínimo de la
reconstrucción en 388 000 millones de dólares [1]. La ESCWA debe
presentar un informe detallado sobre ese tema en septiembre. Pero,
consciente de que lo que Siria ha vivido
no tiene absolutamente nada que ver con una «guerra civil».
Fue agresión extranjera y esa comisión
de la ONU ya anunció el título de ese informe: Syria,
7 years at war. O sea, no será “Siria, 7 años de guerra”
sino “Siria, 7 años en guerra”.
A modo de comparación, en abril, Líbano,
país con 3 veces menos habitantes que Siria, obtuvo sólo
11 000 millones de dólares en ayuda internacional en la conferencia
CEDAR.
Estados Unidos, país que planificó la guerra
contra Siria desde el año 2004, no quiere aportar ni un
centavo. Según la administración Trump, la guerra
contra Siria fue concebida por la administración de Bush hijo y
dirigida por la administración de Barack Obama. Trump estima además que
esas dos administraciones no servían así los intereses del pueblo
estadounidense sino los intereses de una clase financiera internacional.
Al hacerlo destruyeron Siria, y también destruyeron la economía
estadounidense. Por consiguiente, quien tiene que
pagar no es Washington sino esa gente y las transnacionales
directamente implicadas en la guerra.
Ejemplo de ello es el fondo estadounidense de
inversiones KKR –perteneciente a Henry Kravis y rival del Carlyle
Group. KKR, cuyo valor bursátil se eleva a
150 000 millones de dólares, cuenta entre sus empleados
al general David Petraeus –ex director
de la CIA profundamente implicado en la guerra contra Siria– y participó en el envío de fondos y armamento a al-Qaeda y al
Emirato Islámico (Daesh) [2].
Otro ejemplo es la firma automovilística japonesa Toyota
(valor bursátil, 170 000 millones de dólares), que proporcionó
los vehículos nuevos de Daesh [3].
También lo es el fabricante estadounidense de
maquinaria para la construcción Caterpillar
(valor bursátil, 76 000 millones de dólares), que vendió a los yihadistas las máquinas necesarias para
la construcción de sus célebres redes de túneles.
Y para qué hablar del líder mundial franco-suizo
del cemento Lafarge-Holcim (valor bursátil
40 000 millones de dólares), que produjo 6 millones de toneladas
de cemento utilizadas en la construcción de los
búnkeres de los yihadistas [4], etc.
Esas transnacionales participaron activamente en la aplicación del plan concebido por el almirante estadounidense Arthur
Cebrowski para destruir los Estados y sociedades en los países del Medio
Oriente ampliado (o Gran Medio Oriente). Y lo hicieron porque
estaban probablemente convencidas de que así obtendrían, bajo la protección de
los ejércitos occidentales, acceso a los recursos
naturales de esa región.
Obligar esas transnacionales a pagar no excluye las indemnizaciones
que también tendrían que aportar ciertos Estados, como
Arabia Saudita, Kuwait, Qatar y Turquía, que también financiaron a los
yihadistas o permitieron que algunos de sus ciudadanos lo hicieran
públicamente.
Si la República Árabe Siria logra reunir las pruebas
que demuestran el papel de esas transnacionales en la agresión externa,
estará en todo su derecho de reclamar que sean confiscadas ante
los tribunales de los países donde tienen sus sedes. Y
si utiliza los argumentos del presidente Trump, debería incluso contar con
respaldo de su administración.
Aún sin lograr hacer pagar a los Estados, es
por tanto posible cubrir los 388 000 millones de dólares que
menciona el estimado de la ESCWA.
Todos los conflictos que dieron lugar al pago de reparaciones
de guerra incluyeron la confiscación de empresas nacionales implicadas. La novedad sería seguir ahora la lógica de la
globalización económica y confiscar transnacionales.
Thierry Meyssan
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NOTAS:
En1] «¿Quién va a pagar los
388 000 millones en daños de la guerra contra Siria?», Red Voltaire,
9 de agosto de 2018.
[2] «Armamento por miles de millones de dólares
utilizado contra Siria», por Thierry Meyssan, Red Voltaire,
18 de julio de 2017.
[3] «El Tesoro de Estados Unidos investiga
origen de los Toyota del Emirato Islámico», Red Voltaire,
8 de octubre de 2015.
[4] «Revelaciones: la yihad de Lafarge-Holcim», por
Thierry Meyssan,Red Voltaire, 24 de marzo de 2017.
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