El
Pentágono y las grandes petroleras
Por James Petras , Oct 30, 2014
Carlos Riba García, traductor
INTRODUCCION por Hugo Adan, Oct 30, 2014
Aquí Petras
puso el dedo en la llaga aunque debió solo enfatizar en las contradicciones
entre el military industrial complex y los intereses de los banqueros americanos
de un lado y de otro, la contradicción con otras corporaciones internacionales.
Eso explicaría mejor el por qué fracaso el pillaje petrolero USA. A diferencia de China que también avanza sobre
el petróleo mundial, los del PCCH no dejan que dichas contradicciones politico-militares
ni las de nivel geo-político nublen el objetivo económico central del emergente imperio. Lo que China envía no son tropas
sino inversores que en algunos casos ofrecen hasta el 50/50 al Estado-Nación que
es dueño del petróleo. Fue lo mismo que trato de hacer Gadaffi en Lybia pero no
calculó el ingreso de los mercenarios americanos. China fue obligado a
modificar su estrategia y táctica, sigue poniéndose 1ro los calcetines y luego
se pone la bota militar y no directa sino apoyando a los nacionalistas del país
asediado por EU. Si China y Rusia hubiesen
armado a Gadaffi con el más avanzado instrumental bélico, la historia de Lybia sería
distinta. Es lo que hoy están haciendo y es lo que los ha puesto en la mira
imperial de todo NATO. Mientras exista Russia y China el poder imperial no tiene
otra que retirarse. Lo ocurrido en Libya fue muy interesante, se armó mercenarios que volaron la embajada y los EU tuvieron
que salir. Ni tropas Chinas ni Rusan asaltaron Lybia, fueron equipos de acción rápida
(más la compra de mercenarios) lo que está desarmando el poder militar del
imperio. Lo importante fue la unidad del comando económico detrás de estos
operativos. No hubo ni hay las contradicciones que si tiene el imperio y sus
aliados de NATO. Por esto fracaso el pillaje petrolero en Irak, en Libia y por
esto va a fracasar el operativo imperial-terrorista del ISIS. Podrán hacer
renunciar a Asad, pero no van a poder quedarse allí. Eso ya pertenece económica
y militarmente a Iran, a Rusia y a China. USA y su nudo de conflictos (ec y
pol) o lo desata EU o cae en la trampa “nuclear-war”
y si esto ocurre solo un dia –lo dijo claro un general ruso- van ser
bombardeaos América y sus principales aliados. El Pentágono y los inversionistas son un nudo de conflictos
internos que el imperio jamás podrá desatar
sin desmontar la colapsante base económica del sistema neoliberal. Eso fue y es
la causa de las derrotas imperiales por el pillaje petrolero. Basta
mirar lo ocurrido con los Saudis y su oil-dumping : fue China quien se benefició
de eso. China emerge en medio de la crisis ec del oeste y nada menos que
desmontando el dólar. Los carros poluters de EU respiraron con el dumping Saudi,
pero son los Chinos y alemanes quienes al final van a ganar esta contienda.
Alemania no teme a los carros USA sino a los de India, China y Brasil. A este país
solo le basta crear lo que hicieron los mullas en Iran: un aparato militar
propio para el poder político y si hay intento de asalto ocurriría lo que ocurrió
en Libia con la embajada USA. En suma, muy
pronto el oil será negocio de 2da clase
cuando nuevas fuentes de energía saquen a
los poluters del mercado. Y al parecer, ya existen grandes inversionistas
interesados en ese negocio. El anti-poluter de Brasil no será nada más que un
carro alemán o chino o indio, pero ensamblado en Brasil. Las nuevas redes viales que unirán el UNASUR acogerán
el nuevo carro “latino” bajo el lema: cambie su poluter americano por el arcoíris
de carros latinos. Nuevos impuestos a los poluter harán el resto. El nacionalismo antimperial del UNASUR se impondrá. El pillaje petrolero habrá llegado
a su final.
------
INTRODUCCIÓN por Petras
No hay duda
de que tras las conquistas militares estadounidenses, guerras, ocupaciones y
sanciones –y durante unos cuantos años después–, las corporaciones
estadounidenses han salido perdiendo en relación con posibles sitios donde
invertir provechosamente. Las pérdidas mayores se han dado en la explotación de
recursos naturales –sobre todo, gas y petróleo– en Medio Oriente, el Golfo
Pérsico y Asia del Sur.
Como
resultado de ello, los observadores han especulado acerca de profundas fisuras
e intereses contradictorios en el interior de la clase dirigente
estadounidense. Su argumento es que, por un lado, las elites políticas
vinculadas con los grupos de presión proisraelíes y el poderoso complejo
industrial-militar promueven una política exterior altamente militarizada y,
por el otro, algunas de las corporaciones más grandes y ricas tratan de
encontrar soluciones basadas en la diplomacia.
Aun así, da
la impresión de que la “división en las altas esferas” no se ha materializado.
Por ejemplo, no hay pruebas de que las empresas multinacionales del petróleo
hayan procurado oponerse a las guerras de Iraq, Libia, Afganistán y Siria.
Tampoco las 10 mayores empresas petrolíferas –con un activo neto por encima del
1.100.000 millones de dólares– movilizaron sus lobbies e influencias en los
medios por la causa de una penetración pacífica del capital y una dominación de
los yacimientos hidrocarburíferos por medio de sus clientes neoliberales.
En el
periodo previo a la guerra de Iraq, las tres mayores empresas estadounidenses
del sector del petróleo –Exxon-Mobil, Chevron y Conoco Phillips–, impacientes
por explotar la tercera reserva mundial de crudo, no hicieron lobby en el
Congreso ni ejercieron presión sobre la administración Bush o, más tarde, la
administración Obama para conseguir una solución pacífica del conflicto. De
nada sirvió que las “Big Ten”* desafiaran con una política alternativa al lobby
israelí a favor de la guerra y sus falsos argumentos que aseguraban que Iraq
tenía armas de destrucción masiva.
Una
“pasividad política” similar se puso en evidencia durante el periodo anterior a
la guerra en Libia. En realidad, las grandes petroleras estaban a punto de
firmar unos lucrativos acuerdos cuando los militares de Washington volvieron a
golpear y destruyeron el gobierno libio e hicieron trizas la estructura
económica libia.
Es posible
que las grandes petroleras hayan lamentado la pérdida del crudo y de los
beneficios económicos pero no hubo un esfuerzo concertado –ni antes ni después
de la debacle libia– para examinar críticamente o evaluar la pérdida de la muy
importante región productora de crudo. En el caso de las sanciones económicas
contra Irán, que posee la segunda reserva mundial de hidrocarburos, las
multinacionales se hicieron notar por su ausencia en los pasillos del Congreso
y el departamento del Tesoro. Los prominentes sionistas y responsables
políticos Stuart Levey y David Cohen diseñaron y pusieron en marcha unas
sanciones que impedían invertir o comerciar con Teherán a cualquier empresa
petrolífera de Estados Unidos (y de la Unión Europea).
De hecho, a
pesar de la aparente diferencia de intereses entre una política exterior
altamente militarizada y el esfuerzo global de la corporación multinacional
destinado a la acumulación de capital, no han surgido conflictos de tipo
político. La pregunta básica que se hace este documento es esta: ¿Por qué la
más importante corporación multinacional agacha la cabeza ante una política
exterior imperial de la cual resulta la pérdida de oportunidades económicas?
POR
QUÉ FRACASA LA CORPORACIÓN MULTINACIONAL SI SE TRATA DE OPONERSE AL MILITARISMO
IMPERIAL
En la
cuestión del acomodamiento de la corporación multinacional a la altamente
militarizada expansión imperial hay varias hipótesis posibles.
En primer lugar, los CEO2 de la
corporación multinacional quizá pensaran que las guerras, sobre todo la de
Iraq, serían breves y conducirían a una etapa de estabilidad bajo un régimen
clientelar deseoso y capaz de privatizar y desnacionalizar el sector del
petróleo y el gas. En otras palabras, las elites del petróleo compraron los
argumentos de Runsfeld, Cheney, Wolfowitz y Feith, que decían que “la guerra se
pagaría sola”.
En segundo lugar, incluso después de la larga y
destructiva guerra y la profundización de los conflictos sectarios, muchos CEO creían
que la década perdida se compensaría con una “larga etapa” de ganancias.
Pensaban que los beneficios fluirían una vez que se estabilizara el país. Sin
embargo, las mayores entradas por el crudo habidas después de 2010 resultaron
inmediatamente amenazadas por la ofensiva del Estado Islámico. Los “tiempos”
imaginados por los estrategas fueron al menos subestimados, si no totalmente
equivocados.
En tercer lugar, la mayor parte de los CEO creía
que la invasión de Libia por fuerzas de EEUU y la OTAN daría lugar a una
situación de propiedad monopólica con beneficios mayores de los que recibían de
la empresa mixta (mitad pública, mitad privada) con el régimen de Gadafi. Los
principales del petróleo pensaban que se harían con el control total o
monopólico del sector. Es decir, que la guerra permitiría que la corporación
multinacional del crudo tuviera asegurados beneficios monopólicos durante un
prolongado periodo. En lugar de eso, el final de una asociación estable condujo
a la corporación a un mundo hobbesiano en el que el caos inhibió cualquier
beneficio económico extraordinario y de largo plazo.
En cuarto, la corporación multinacional, incluyendo las
del sector del petróleo, había invertido en cientos de empresas de varias
docenas de países. Estas empresas no se vinculan con una sola localización.
Dependen entonces de un estado imperial militarizado que defienda sus intereses
globales. Por lo tanto, es probable que estén poco dispuestas a cuestionar o
desafiar a los militares en, digamos Iraq, por el temor de que eso podría poner
en peligro intervenciones imperiales estadounidenses en otros sitios del mundo.
En quinto término, muchas multinacionales están
entrelazadas en distintos sectores económicos: invierten en campos petrolíferos
y en refinerías; en bancos, financieras y aseguradoras, como también en
distintos sectores extractivos. Según su grado de diversificación del capital,
las corporaciones son más o menos dependientes en cada región, sector de
actividad o fuente de beneficios. Por consiguiente, las guerras destructivas
que se produzcan en uno o en varios países, es posible que no tengan efectos
tan perjudiciales como sucedía en el pasado, cuando las grandes petroleras solo
se ocupaban del petróleo.
En sexto lugar, el énfasis de las agencias del estado
imperial de EEUU está puesto mayormente en las actividades militares y no en
las de tipo económico. El grueso de la burocracia internacional de Estados
Unidos está compuesto por oficiales militares, de inteligencia y de
contrainsurgencia. Por el contrario, China, Japón, Alemania y otros países
emergentes (Brasil, Rusia e India) tienen un gran componente económico en su
burocracia de ultramar. La diferencia es importante. Las corporaciones
estadounidenses no tienen acceso a funcionarios del ámbito económico como sí lo
tienen las grandes empresas chinas. La expansión de China y sus corporaciones
fuera de sus fronteras se ha construido alrededor de un sistema de poderosos
apoyos económicos y agencias. Las corporaciones estadounidenses deben tratar
con jefes de las Fuerzas Especiales, agentes secretos y “funcionarios” muy
militarizados. En otras palabras, es ineludible que el CEO en búsqueda de
“apoyo estatal” se vea frente a interlocutores militares en su mayor parte, que
ven a las corporaciones como instrumentos de su política en lugar de sujetos
políticos.
Séptimo, los últimos 10 años han sido testigos del
surgimiento del sector financiero como destinatario dominante del apoyo
gubernamental. Como resultado de ello, la gran banca ejerce una importante influencia
en las políticas públicas. Siendo así, la verdad es que mucho del dinero del
“negocio del petróleo” ha ido a parar a las finanzas y a los beneficios
acumulados por el saqueo del Tesoro. Como consecuencia de esto, los intereses
del petróleo se fusionan con los del sector financiero; en gran medida, sus
“beneficios” dependen del estado, como sucede en las explotaciones en el
extranjero.
En octavo término, mientras las grandes petroleras
tienen enormes sumas de capital, localizaciones diversas y diversificación de
actividades, su dependencia de la protección estatal (militar) debilita la
oposición que puedan sentir en relación con las guerras que Estados Unidos
libre en países con posibilidades de lucro relacionadas con el petróleo. Como
consecuencia de esto, otros poderosos lobbies que abogan por la guerra y no se
ven exigidos por esas limitaciones gozan de total libertad. Por ejemplo, los
sectores de poder que trabajan a favor de Israel tienen bastante menos
“capital” que cualquiera de las 10 petroleras más importante; sin embargo,
cuentan con un número mayor de lobbistas con mucha más influencia sobre los
congresistas. Por otra parte, su propaganda (apalancamiento mediático) es mucho
más efectiva que la de las grandes petroleras. Son muchos los críticos de la
política exterior de Estados Unidos, incluyendo sus políticas relacionadas con
el uso de la fuerza militar y de las sanciones, que están más dispuestos a
criticar a las grandes petroleras que a los lobbies sionistas.
Finalmente, el aumento de la producción
estadounidense de hidrocarburos como resultado del empleo de la tecnología del
fracking proporciona a las grandes petroleras nuevas localizaciones –lejos de
Medio Oriente– donde obtener beneficios económicos, incluso pensando que los
costos pueden ser mayores y de menor duración las explotaciones. La industria
del petróleo ha reemplazado las pérdidas en Medio Oriente –debidas a las
guerras– con inversiones en el territorio nacional.
No
obstante, existe tensión y conflicto entre el capital ligado al petróleo y el
poder militar. El caso más reciente tiene que ver con los planes de inversión
de Exxon-Mobil por un total de 38.000 millones de dólares en un emprendimiento
conjunto –con la concesión petrolera rusa Rosneft– en el Ártico ruso. Las
sanciones contra Rusia impuestas por Obama han paralizado el acuerdo, lo que ha
provocado gran consternación de los CEO de Exxon-Mobil, que ya había invertido
3.200 millones de dólares en una zona tan extensa como el estado de Texas.
CONCLUSIÓN
Es posible
que los conflictos –los latentes y los ya manifiestos– entre el poder militar y
la expansión económica al final encuentren una mayor articulación en
Washington. Sin embargo, de momento, debido a las estructuras globales y a la
orientación de la industria del petróleo y a su dependencia de los militares
para la “seguridad”, esta industria en particular, y las corporaciones
multinacionales en general, han sacrificado los beneficios en el corto y el
mediano plazo pensando en “ganancias futuras”, con la esperanza de que las
guerras se acabarán y regresarán así los beneficios más lucrativos.
-------
Notas:
1. “Big
Ten”, las 10 principales empresas petrolíferas de EEUU. (N. del T.)
2. CEO es
el acrónimo de chief executive officer, la máxima autoridad ejecutiva en
una empresa. (N. del T.)
-------
ARTÍCULOS RELACIONADOS
The
US and Global Wars: Empire or Vampire? - James Petras petras.lahaine.org/,
sept 10, 2014
======
No hay comentarios:
Publicar un comentario