UNA AGENDA PARA LA DESCONEXIÓN
Raúl Zibechi
ALAI AMLATINA, 04/08/2011.-
Con 700 mil millones de dólares de reservas monetarias, 400 millones de habitantes, grandes reservas de hidrocarburos, autonomía energética, importantes yacimientos mineros, la mayor biodiversidad del planeta, la región sudamericana no tienen ningún motivo para no despegarse de la crisis sistémica en curso y elaborar su propia agenda política y económica.
En las últimas semanas, ministros y presidentes de la región se
pronunciaron por establecer medidas defensivas para evitar contagios de
la crisis que afecta al primer mundo. Cristina Fernández dijo que
“debemos blindar la región para no perder lo que hemos logrado”(1).
Guido Mantega, ministro de Hacienda de Brasil, se pronunció por
establecer “un cordón de aislamiento” para evitar perjuicios(2). Hasta
el conservador presidente de Colombia Juan Manuel Santos advirtió en la
Cumbre de UNASUR en Lima que se deben contrarrestar los efectos nocivos
de las crisis económicas por las que atraviesa Estados Unidos y Europa
que devalúan los ahorros de la región(3).
Son miradas positivas que muestran una toma de conciencia generalizada
de que hay que actuar pronto. Pero las medidas defensivas son
insuficientes. Mantega se equivoca cuando asegura que “la cuestión de
fondo es la recuperación económica de Estados Unidos y de Europa, porque
aquí sufrimos las consecuencias”(4). En primer lugar, esa recuperación
salvadora no va a llegar porque las economías que Oscar Ugarteche define
como “países ricos altamente enhuecados”, ingresaron en un período de
austeridad y estancamiento, o crecimiento muy lento, incapaz de
reactivar la economía mundial.
En segundo lugar, y esto es decisivo, porque estamos viviendo un
completo rediseño del sistema-mundo, no sólo de la economía. En pocas
palabras: la relación centro-periferia se ha roto y están en proceso de
conformarse nuevos centros regionales, eso que llamamos BRICS (Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica) con relaciones de otro tipo con sus
propias periferias y con los viejos centros de poder en decadencia. A
eso se suma la crisis de la hegemonía estadounidense y la consolidación
de un mundo multipolar. Occidente ha dejado de ser el centro del mundo
cuyo eje se traslada rápidamente hacia Asia, un cambio de envergadura
que supera nuestra capacidad de imaginación, sobre todo en el terreno
cultural. Y a todo esto debería sumarse el peak oil, la progresiva
decadencia de la civilización del petróleo, y la crisis ambiental y
climática en curso.
La advertencia de Immanuel Wallerstein acerca del “colapso importante
que se avecina” y la necesidad de botes salvavidas para afrontarlo, debe
ser tomado con la mayor seriedad(5). En su opinión, Europa está
ensayando la creación de un fondo monetario europeo de facto, como se
desprende del último salvataje a Grecia que pasa por establecer una
estructura de gobernanza común.
China está considerando dejar de comprar no sólo bonos del gobierno
estadounidense sino activos en ese país(6). Siendo el principal acreedor
y comprador de bonos de la Reserva Federal, una decisión de ese tipo no
haría sino acercar a Washington al temido default. Asia Times publica un
excelente informe sobre el “colapso de la clase media en Estados
Unidos”, donde demuestra que la crisis inmobiliaria será de muy larga
duración por razones demográficas y los beneficios de las pequeñas
empresas, donde invierten sectores importantes de las clases medias,
están lejos de recuperarse(7).
En síntesis, “hay mucha crisis por delante y urge por tanto pensar
Sudamérica seriamente”(8). El desafío mayor es que la región no puede
pensarse en función de lo que suceda con la economía global sino en base
a sus propias prioridades y la primera de ellas es construir su propia
agenda: desconectarse del mundo rico endeudado y muy en particular del
sistema financiero y de las multinacionales. Son ellos los que necesitan
“invertir” en América Latina porque es en esta región donde hacen sus
negocios y obtienen las ganancias que ya no consiguen en el mundo
endeudado.
Para este objetivo es ineludible acelerar algunas medidas como la puesta
en marcha efectiva del Banco del Sur, redireccionar los flujos de
hidrocarburos hacia la propia región, abandonar el apego al dólar y
sustituirlo por una moneda regional y seguir fortaleciendo el comercio y
los vínculos Sur-Sur. Son propuestas largamente discutidas en la región,
pero cuya implementación se viene demorando en gran medida por el escaso
interés que vienen mostrando algunos de los países que juegan el papel
de liderazgo.
Aún así, son medidas insuficientes. Porque, en rigor, no se trata de una
o de varias crisis sino de una reconstrucción del mapa mundial que
brinda a la región la posibilidad de modificar a su favor la
distribución del poder en el mundo para que sea algo más equitativo. Las
enormes reservas de Sudamérica, casi tan elevadas como las de Japón pero
sin el lastre de su gigantesca deuda, deben ser usadas ahora para
introducir cambios de larga duración. Quizá el más importante sea dar un
vuelco en el terreno de la ciencia y la tecnología, en investigación e
innovación.
El retraso es gigantesco. Brasil, con el 2,3% del PIB mundial solicita
el 0,3% de las patentes, siendo el único sudamericano que se ha
propuesto elevar sus inversiones en la materia. Registra menos de 500
patentes anuales, frente a 45 mil de Estados Unidos(9). Los países
asiáticos muestran que es posible dar un vuelco. En los últimos 20 años
China, India y Corea del Sur experimentaron un crecimiento exponencial
en la innovación. Se estima que para 2020 China superará a Estados
Unidos como principal productor mundial de conocimientos científicos(10).
Pese a que tiene reservas de 11 mil millones de dólares, Bolivia
invierte sólo 40 millones anuales en ciencia y tecnología, el 0,1% de su
presupuesto. Por lo tanto, debe recurrir a las multinacionales para
industrializar el litio. Los demás países de la región tienen una
situación muy similar. Pero sin dar este vuelco en el dominio de la
ciencia y la tecnología, será imposible en un plazo razonable, digamos
de dos décadas, dejar de ser exportadores de commodities, dejar el
extractivismo y tomar un rumbo nuevo.
Por último, no será posible desconectarse del caos sistémico en curso
sin conflictos ni pérdidas, eludiendo desgarros internas. Eso es una
crisis. Quiebre y ruptura para cambiar el rumbo.
- Raúl Zibechi, periodista uruguayo, es docente e investigador en la
Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios
colectivos sociales.
NOTAS:
1. Página 12, 29 de julio de 2011.
2. Valor, 3 de agosto de 2011.
3. Página 12, 30 de julio de 2011.
4. Valor, 3 de agosto de 2011.
5. La Jornada, 4 de agosto de 2011.
6. Dean Baker en Diario del Pueblo:
http://spanish.peopledaily.com.cn/31619/7560741.html
7. http://www.atimes.com/atimes/global_economy/mh02dj05.html
8. Oscar Ugarteche en ALAI, 3 de agosto de 2011.
9. Proyecto Brasil en Tres Tiempos, Presidencia, 2004.
10. http://spanish.peopledaily.com.cn/101390/7284766.html
Más información: http://alainet.org
Nuestro sistema politico es absoleto pues recrea el poder economico y politico de trasnacionales y socios internos quienes impiden el desarrollo sostenido del pais. La nueva democracia tiene que armarse a partir de organizaciones de base en movimiento. Imposible seguir recreando el endeudamiento, el pillaje y la corrupcion. Urge reemplazar el presidencialismo por parlamentarismo emergido del poder local y regional. Desde aqui impulsaremos debate y movimiento de bases por una NUEVA DEMOCRACIA
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