GOBIERNO DE TRABAJADORES Y
TRANSICIÓN AL SOCIALISMO.
[debate de actualidad vs. debate caduco de trotskistas desfasados]
English: A ‘WORKERS’ GOVERNMENT’ AS A STEP TOWARD SOCIALISM
French:
GOUVERNEMENT DES TRAVAILLEURS ET TRANSITION AU
SOCIALISME : UN DÉBAT ACTUEL.
http://www.avanti4.be/debats-theorie-histoire/article/gouvernement-des-travailleurs-et-transition-au
ARTICULO EN SPANISH
AQUI EL ARTICULO de John Riddell http://links.org.au/node/2724
Fecha de publicación: 01/02/12
Nota Introductoria
por Hugo Adan.
La 1ra
pregunta en este debate debió ser a quien se considera trabajadores. Si es solo
a los trabajadores manuales (los obreros) y no a los intelectuales, el articulo
estaría desfasado. Y si además de esta exclusión, se excluye también a
campesinos de diferentes razas y etnias (el talon de aquiules del marxismo
inicial, lo que origino el conflicto entre JC Mariategui y la 3ra internacional),
el articulo perdió relevancia para explicar revoluciones como la de Mexico y
las rev agrarias posteriores. Peor aun si se excluye a los socialistas
libertarios para quienes el perqueno y mediano capitalista (envuelto
directamente en su trabajo y excluido por los grandes monopolios y las
trasnacionales) entonces el socialismo trotskista solo representaría a una reducida
minoría de trabajadores en cualquier nación moderna del globo. Se trataría por tanto
de un socialismo elitista, anti-democratico y totalmente desfasado. En suma,
esa seria una pieza teorico digna de una museo o de un salón de antigüedades.
Veamos como resuelve este problema el articulo que transcribo. Para que este
sea debate de actualidad tiene que abordar esos temas.
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AQUI EL ARTICULO de John Riddell http://links.org.au/node/2724
Fecha de publicación: 01/02/12
Original y caricatura: stalinistas y epígonos de un Trotsky
tergiversado como forma habitual de practicar el infantoizquierdismo,
desvirtuaron un concepto clave en la elaboración teórica y la búsqueda práctica
del marxismo para la transición al socialismo: “gobierno de trabajadores”. Pero esa dificultad, tan actual, tiene historia.
El concepto de gobierno de los trabajadores es el
hijo torpe de la joven Internacional Comunista. La idea que expresa es
fundamental para el marxismo: los trabajadores deben luchar para tomar el
poder político. Sin embargo, en los comienzos de la Comintern, se unió a una
perspectiva entonces discutible para los marxistas: que los trabajadores
pudieran formar un gobierno que funcione inicialmente en un Estado
capitalista aún existente.
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Como comenta
el marxista francés Daniel Bensaid, “la fórmula algebraica del ‘gobierno de los
trabajadores’ ha dado lugar a lo largo del tiempo a las interpretaciones más
diversas, y a menudo contradictorias” [1].
Veamos qué
luz puede arrojar sobre esta cuestión el registro del Congreso Mundial de la
Comintern de 1922, publicado recientemente en inglés [2]. Esta fue la reunión
que celebró la discusión más extensa de la Comintern acerca de la cuestión del
gobierno de los trabajadores, y que adoptó su posición inicial.
El debate en
el Congreso se centró en países como Alemania, donde las luchas de las masas
obreras plantearon la posibilidad de que las personas que trabajan pudieran
formar un gobierno. Por lo tanto, fue necesario plantear el concepto de poder
de los trabajadores no sólo como perspectiva a largo plazo, sino en términos de
las organizaciones de trabajadores existentes, con sus fortalezas y
debilidades.
Pero por
otro lado, los trabajadores de Alemania, Italia, Francia y los países vecinos
no poseían una red de consejos obreros revolucionarios similares a los soviets
rusos de 1917. La mayor parte del movimiento obrero organizado seguía dirigida
aún por dirigentes capitalistas, mientras que los comunistas eran todavía una
corriente minoritaria de la clase obrera. En ese marco habría que abordar la
cuestión del poder de los trabajadores.
En ese
contexto, la Comintern había puesto en marcha los esfuerzos por construir un
frente único de lucha de los trabajadores, desafiando a las organizaciones
lideradas por dirigentes capitalistas a participar en los esfuerzos por lograr
reivindicaciones y demandas inmediatas, como la apertura de los registros
financieros capitalistas, el control obrero de la distribución de alimentos, el
traspaso de las cargas impositivas a los ricos, y la dotación de armas a los
trabajadores para conseguir una autodefensa contra las franjas reaccionarias.
¿Cómo podría ser implementado el programa? Mediante un gobierno de todos los
partidos de los trabajadores, la Internacional Obrera respondió; “un gobierno
de los trabajadores”.
La
introducción de este concepto en el Cuarto Congreso en noviembre de 1922, llevó
al presidente de la Comintern, Gregory Zinoviev, a reconocer que éste era un
tema que “no ha sido suficientemente aclarado” [3]. Los delegados efectivamente
propusieron interpretaciones variadas y contradictorias. El texto propuesto
para su aprobación atravesó más versiones que cualquier otro documento del
Congreso. Incluso después de su aprobación, tres versiones diferentes fueron
distribuidas a los partidos de la Comintern (para ver los tres textos, ir a http://johnriddell.wordpress.com/2011/08/14/the-comintern%E2%80%99s-unknown-decision-on-workers%E2%80%99-governments/).
La mayoría de las discusiones posteriores en inglés se han centrado en la
versión preliminar que difiere sustancialmente del texto que el Congreso
finalmente aprobó.
El debate se
había abierto dos años antes, durante una huelga general de los trabajadores
alemanes. El jefe de los sindicatos socialdemócratas, Carl Legien, había
llamado a la formación de un gobierno de partidos obreros y sindicatos. Su
objetivo, sin duda, era poner fin a la huelga y restablecer el orden burgués,
tal como había hecho el gobierno de la Unidad Socialdemócrata después de la
revolución alemana de noviembre de 1918.
Pero las
circunstancias habían cambiado. El poder ya no pertenecía a la coalición de los
consejos obreros revolucionarios, como en noviembre de 1918, sino a un régimen
de coalición burguesa. Un gobierno de los trabajadores no se basaría en una
autoridad fundada en el Parlamento, donde los diputados de los partidos obreros
eran decididamente minoritarios, sino a partir de movimientos de masas de los
trabajadores. El Partido Comunista alemán declaró que, en aquellas condiciones,
“la formación de un gobierno socialista propiciaría condiciones extremadamente
favorables para una acción enérgica de las masas proletarias”, y expresó su
apoyo condicional a la propuesta [4]. Se desató un intenso debate en ambos partidos
alemanes y en la Comintern sobre si aquella postura era la apropiada.
El llamado a
un gobierno de los trabajadores de este tipo en Alemania fue incluido al año
siguiente en la resolución de la Comintern, a través de una campaña a favor de
un frente único de los trabajadores. Esto dio lugar a un extenso debate, que
fue llevado al Cuarto Congreso Mundial en 1922.
SEUDÓNIMO O TRANSICIÓN
La cuestión
central fue si el término “gobierno de los trabajadores” era simplemente un
seudónimo para el Estado de los consejos de trabajadores, bajo la dirección
comunista (dictadura del proletariado), o si representaba un estadio de
transición hacia su meta. Este último concepto, advirtió Amadeo Bordiga,
dirigente central del Partido Comunista italiano, implicaba que la clase
trabajadora pudiera tomar el poder “de alguna otra manera fuera de la lucha
armada por el poder”.
Ruth
Fischer, que lideró las minorías izquierdistas del partido alemán, advirtió que
el concepto de revolución estaba siendo aguado a través de “la estilización de
su cabello a la moda occidental, creando etapas de transición democráticas
entre lo que tenemos y hacia lo que aspiramos”. Inicialmente, Zinoviev también
compartió esta opinión, aunque luego se retractaría en el Congreso Abierto,
donde volvió a expresar este pensamiento subyacente de modo más reservado [5].
Los
dirigentes de la mayoría del partido alemán y Kart Radek discutieron que el
gobierno de los trabajadores no era un seudónimo de una dictadura del
proletariado, sino un “punto de transición” hacia ella. El logro de un gobierno
de los trabajadores puede “llevar a una fase de aguda lucha de clases a través
de la cual la dictadura del proletariado emergerá finalmente”, decía Ernst
Meyer. Será parlamentario “sólo en un sentido subordinado” y “debe ser llevado
por las masas”. Karl Radek llamó a dicho gobierno “el punto de partida de una
lucha por la dictadura del proletariado” [6].
Durante el
proceso de edición, el texto del Congreso se alineó progresivamente con un
concepto “de transición” del gobierno de los trabajadores. El texto final se
contraponía claramente a un sistema parlamentario basado en “una coalición
burguesa - socialdemócrata, ya fuera abierta o encubierta”. Su última versión
establece que el gobierno de los trabajadores sólo puede ser sostenido a través
de las luchas de masas; y sus tareas enumeradas comienzan con “armar al
proletariado”, y terminan con “romper la resistencia de la burguesía
contrarrevolucionaria” [7].
Según la
resolución, los comunistas deben estar listos para “formar un gobierno de los
trabajadores con partidos de trabajadores no comunistas y organizaciones de
trabajadores”, pero sólo “si se garantiza que el gobierno de los trabajadores
liderará una verdadera lucha contra la burguesía a través de los criterios
antes descritos”, y sujeto a otras salvaguardas.
ILUSORIOS GOBIERNOS DE LOS TRABAJADORES
La claridad
de esta posición se vio seriamente socavada, sin embargo, por el errático uso
simultáneo del término “gobierno de los trabajadores” para describir a los
partidos de trabajadores burgueses que, si bien introdujeron algunas reformas,
actuaron como administradores leales del orden capitalista. Este concepto fue
expresado principalmente por Zinoviev, que logró ubicarse al mismo tiempo tanto
en la izquierda como en las alas derechas de la discusión. Zinoviev utilizó la
expresión “gobierno obrero liberal” para describir a los regímenes laboristas
que habían administrado el Estado capitalista australiano después de 1904, y un
futuro gobierno del Partido Laborista en Gran Bretaña. Dicho régimen, dijo,
“podría ser el punto de partida para revolucionar el país”, podría tomar muchas
medidas “objetivamente dirigidas contra el Estado burgués”, y “puede terminar
en manos de la izquierda”. Sorprendentemente, Zinoviev vio un paralelo con el
papel de los mencheviques rusos de 1917 [8].
Esta
posición fue rechazada por los líderes de la delegación alemana, que
presentaron una enmienda distinguiendo entre “ilusión” y “auténticos” gobiernos
de trabajadores. La enmienda también especificaba que los gobiernos
ilusoriamente “liberales” o “socialdemócratas” de los trabajadores no eran
gobiernos revolucionarios de los trabajadores, sino gobiernos escondidos de
coalición entre la burguesía y los líderes antirrevolucionarios. Tales
“gobiernos de los trabajadores” son tolerados por la burguesía debilitada en
momentos críticos con el fin de engañar al proletariado, defenderse del empuje
revolucionario y ganar tiempo. Los comunistas no pueden participar en ese
gobierno. Por el contrario, sin descanso, deben exponer a las masas la
verdadera naturaleza de un falso “gobierno de los trabajadores [9].
Aunque
adoptada por unanimidad, la enmienda no se incorporó en la versión rusa
publicada de la resolución, pero sirvió como base para las traducciones al
inglés. Como resultado, los comentarios en inglés sobre este asunto, señalando
la posición de Zinoviev para atacarla, criticaron al Congreso por la debilidad
que sus delegados habían intentado remediar.
DOS PREGUNTAS SIN RESPUESTA
Dos aspectos
importantes del problema del gobierno de los trabajadores, si bien fueron
planteados en el Congreso, quedaron sin resolver.
El primero
refería al papel de los campesinos. Durante el debate en el Congreso, Vasil
Kolarov, el delegado de mayor rango de Bulgaria, dijo que “el gobierno de los
trabajadores no se plantea en países agrícolas como los Balcanes”. La
resolución final, por el contrario, se refirió a la posibilidad de que
existiera un “gobierno de los trabajadores y los campesinos más pobres” de
regiones como los Balcanes y Checoslovaquia [10].
Esta
pregunta fue planteada con más urgencia en Bulgaria, gobernada por un partido
campesino radical, que se enfrentaba a la amenaza de un golpe de Estado de
fuerzas de derecha. Allí, una oportunidad ideal para aplicar el concepto de
gobierno de trabajadores y campesinos fue bloqueada por la hostilidad de los
comunistas búlgaros. Ningún delegado del Congreso mencionó la situación en
Bulgaria. Unos meses más tarde, el sectarismo búlgaro comunista contribuyó a
una trágica derrota del movimiento obrero.
La segunda
cuestión irresuelta se refería a la naturaleza del gobierno de los
trabajadores. El texto definitivo de la resolución afirmaba que “un gobierno
obrero genuinamente proletario, en su forma más pura, puede ser encarnado sólo
por el Partido Comunista”. Zinoviev dijo que esta variante “es en realidad un
seudónimo de la dictadura del proletariado”. La implicación fue que si los
comunistas se aliaban con las fuerzas no comunistas en un gobierno revolucionario,
esto sería sólo un recurso temporal hasta que los comunistas fueran lo
suficientemente fuertes como para gobernar solos.
Un
comentario de León Trotsky sugiere un enfoque muy diferente. A partir de la
descripción de la alianza de los bolcheviques con los socialistas
revolucionarios de izquierda en los primeros meses del régimen soviético,
Trotsky dijo que los revolucionarios de izquierda habían sido expulsados del
gobierno por su propia iniciativa, y no por la de los bolcheviques [11].
Nada más se
dijo sobre este punto. Según lo publicado, la resolución sugiere falta de
claridad acerca de la diferencia entre el gobierno de los trabajadores y el
gobierno del Partido Comunista.
UN ENFOQUE EMPÍRICO
La
resolución contiene una tipología de los gobiernos de los trabajadores de cinco
caracteres. En cada caso, los delegados pensaban en un contexto específico de
la siguiente manera:
•
Ilusorio: gobierno liberal de los trabajadores (Gran Bretaña).
• Ilusorio:
gobierno socialdemócrata de los trabajadores (Alemania).
• Genuino:
gobierno de trabajadores y campesinos (los Balcanes).
• Genuino:
gobierno de los trabajadores con la participación de los comunistas (Alemania).
• Gobierno
genuino de los trabajadores proletarios (Rusia Soviética) [12].
Zinoviev
hizo hincapié, frente a los delegados del Congreso, en que esta lista no estaba
completa y que podrían darse otros tipos de gobiernos obreros. Advirtió que “en
la búsqueda de una definición científica rigurosa, podríamos pasar por alto el
aspecto político de la situación” [13]. En otras palabras, el enfoque de la
Comintern no era preceptivo, sino empírico. Su objetivo fue analizar las
situaciones de hecho planteadas en la lucha en ese momento.
Para ese
entonces, había tres ejemplos anteriores de gobiernos de los trabajadores,
ninguno de los cuales encajaba perfectamente en el esquema de cinco puntos:
• La Comuna
de París, un electo gobierno revolucionario de los trabajadores en guerra con
un régimen burgués todavía existente.
• La joven
República Soviética: como se ha señalado, un régimen de coalición sobre la base
de obreros y campesinos soviéticos.
• Los
gobiernos revolucionarios de Baviera y Hungría en 1919, donde, como Chris
Harman y Tim Potter han señalado, “el poder burgués prácticamente colapsó, y el
gobierno de los trabajadores entró en vigor, para luego crear la estructura del
poder proletario” [14].
La
resolución tampoco dijo nada con respecto a los gobiernos que podrían derivar
de los países coloniales y semi-coloniales, a partir de la lucha por un frente
único antimperialista. Esta pregunta fue planteada con urgencia en China en los
años posteriores al Congreso, donde la política errónea de la Comintern resultó
una derrota desastrosa. En el año de ese revés, la Oposición Unida en el
Partido Bolchevique, liderada por Trotsky y Zinoviev, formuló una propuesta
gubernamental para China con base en el arsenal estratégico de los bolcheviques
de los años anteriores a 1917: una dictadura democrática y revolucionaria del
proletariado y el campesinado [15]. Trotsky pronto repudiaría el concepto. Sin
embargo, ésta sigue siendo una de las posibles variantes para el gobierno de
los trabajadores y campesinos.
¿RELEVANCIA A LARGO PLAZO?
Ha pasado
casi un siglo desde que la Comintern debatió la cuestión del gobierno de los
trabajadores. La época revolucionaria que comenzó en 1914 ha pasado, y el mundo
se dirige hacia nuevas revoluciones, bajo nuevas condiciones. Hoy en día no hay
equivalente a los partidos comunistas de masas de la década de 1920. Las
decisiones de la Comintern sobre la política del gobierno tienen sus raíces en
un ámbito político que ya no existe.
Podría ser
perjudicial emplear las decisiones de la Comintern como plantilla en una
realidad muy diferente. La relevancia de las discusiones sobre el gobierno de
los trabajadores radica más bien en alertar sobre la posibilidad de que el
pueblo trabajador debe luchar por el poder del gobierno, incluso en ausencia de
una red del tipo soviético de los consejos de trabajadores.
La decisión
del Cuarto Congreso sugiere que los esfuerzos de los trabajadores por formar un
gobierno, lejos de representar un obstáculo para la revolución socialista,
pueden ser un importante paso de transición hacia su realización. La decisión
también esboza las condiciones bajo las cuales un gobierno obrero puede
realmente existir dentro de un Estado capitalista, por un período de
transición, con resultados positivos.
La posición
de la Comintern en sus principios conserva su interés por la lucha por el socialismo
en el nuevo siglo. Esto da una buena razón para volver a los debates, dados
durante la primera mitad de la década, en la Comintern a través de su niño
torpe pero fuerte: el concepto de un gobierno de los trabajadores.
14 de agosto, 2011. Traducción:
Pilar Gutiérrez
NOTAS
[1] Daniel Bensaid, 2011, La
Politique comme art stratégique, Paris: Éditions Syllepse, p. 69.
[2] John Riddell (ed.), 2012, Toward
the United Front: Proceedings of the Fourth Congress of the Communist
International, 1922 (hereafter TUF), Leiden: Brill.
[3] TUF, p. 129.
[4] Pierre Broué, 2005, The German
Revolution 1917–1923, Leiden: Brill, 369.
[5]TUF, pp. 182, 147.
[6] TUF, pp. 139–40, 167.
[7] TUF, p. 1159
[8] TUF, pp. 266–7..
[9] TUF, pp. 1098–9.
[10]TUF, pp. 243, 1161
[11] TUF, p. 1161, 267, 1003.
[12] TUF, p. 1160–1.
[13] TUF, p. 267–8.
[14] Chris Harman and Tim Potter,
“The Workers’ Government,” in International Socialism, February 7, 2007.
[15] Leon Trotsky 1980, Challenge of
the Left Opposition, vol. 2, New York: Pathfinder, p. 369.
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